El equipo de José León Suárez, se quedó con el campeonato de la Elite 1 después de una contundente victoria 4-0 sobre Social Lynch.
Fué el último partido del día. La gente abarrotada en las tribunas, hubo globos celestes, azules y negros. Todo le dio un calor y color al encuentro para que sea una final soñada.
Se apagan las luces del estadio, hay humo, hay juego de luces de colores, salen los equipos a la cancha para darle inicio a este encuentro que promete.
Comienza el encuentro, 20-21 es protagonista desde que arranca el partido hasta que termina. Son incontables las situaciones que crean para llegar al arco rival. Hay pibes que juegan con una frialdad, como si nada les pasara por la cabeza, sin que el simple hecho de que el estadio esté colmado, les perjudique en algo. Miran al rival, amagan, tiran magia. Es 20-21 jugando a ser 20-21. Auténticos creadores de lujos y gambetas. No es de hoy, ni de ayer, es el juego que los caracteriza. Dominadores del partido, demostraron que jugando en equipo, siendo compañeros pueden mostrar su mejor versión. Con un Mauro Rojas que fue la figura del partido, tuvo un protagonismo para llevarse aplausos propios y ajenos. Fue creador de grandes jugadas, convirtió dos goles y se quedó con la distinción y reconocimiento al mejor jugador de la noche.
Por otro lado, un Social Lynch en pausa, que no pudo demostrar nada de su juego que lo llevó a la final. Donde respetó mucho al rival y lo pagó caro. Fue 4-0 final, merecido, indiscutido. El campeón de José León Suarez, para el mundo.
Las dos caras de la moneda: un equipo celebrando con la copa en lo alto, besando, rezando este título obtenido. Vuelan los papelitos en el cielo, en este cielo del 20, del 20-21 campeón. Y de la otra cara, la de la tristeza, la del equipo que se quedó a un pasito de subir al podio del campeonato. No todo es tan lineal como parece, porque hasta de la misma oscuridad aparece la luz y un mimo para Social Lynch que además de tener al goleador del torneo y al mejor jugador, fue ternado a los premios Jorge Newbery como mejor jugador de la Liga Metropolitana. Sólo resta pasar el mal trago y saber que siempre hay revancha.
Se va este equipo al vestuario. Se va riendo, feliz y con la copa llena de sueños y deseos para el año próximo, ¿por qué no? seguir sumando estrellas en el pecho. Que esta noche sea eterna. Salud, campeones!